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Si vas a sembrar alfalfa, esto te interesa
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A la hora de implantar el cultivo de la alfalfa debemos hacer una buena preparación del lecho de siembra para que pueda germinar bien la semilla (no se formen costras) y se facilite la penetración de las raíces. La semilla debe quedar muy superficial para facilitar su emergencia.

La tierra se prepara comenzando por el arado subsolador, el cual es un proceso que ayuda a remover el terreno agrícola por debajo de la capa arable. Se remueven capas profundas para mejorar el drenaje y las condiciones de retención de agua, y se rompe la suela de labor que pueda haber después de varios años de siembra directa o mínimos laboreos.

Después se deben llevar a cabo entre 2 a 3 gradeos o rastrillo que ayude a nivelar muy bien el terreno, eliminar malas hierbas y evitar el encharcamiento. Es recomendable ir intercalando esta labor con el suministro de abono y enmiendas (sustancias que mejoran las características del suelo). De esta manera se mezclarán mejor los fertilizantes y el suelo quedará homogéneo.

Para saber qué fertilizante debemos aportar es necesario un análisis de suelo, gracias a él sabemos cómo está nuestro suelo, qué nutrientes tiene y cuál es la cantidad necesaria a aportar según la producción esperada.

Cabe recordar qué necesidades nutricionales tiene:

Como microelementos no nos podemos olvidar del boro y del molibdeno, que la planta necesita en pequeñas cantidades pero que son necesarios para aumentar el rendimiento. Les podemos aportar de manera sólida en el abono o líquida mediante un abono foliar.

El abonado es fundamental tanto para la instalación del cultivo como para los años de producción, especialmente en regadío. Utilizaremos un equilibrio 1-5-5 con azufre. Este abono aporta las unidades de fósforo, potasio y azufre adecuadas, al igual que un pequeño aporte de nitrógeno para alimentar las jóvenes plantas hasta que establezcan un sistema radicular en simbiosis con las bacterias afines a la alfalfa y que le van a ayudar a generar su propio nitrógeno más adelante.

Este mismo abono es el adecuado en años sucesivos, puesto que unas pocas unidades de nitrógeno sirven para activar el cultivo más pronto a la salida del invierno. La cantidad adecuada en regadío es 400-700 kg/ha y en secano es importante hacer una pequeña aportación en función de la producción esperada.

La alfalfa es un cultivo en el cual cobra mucha importancia el manejo de los herbicidas. El próximo año ya no tendremos una materia activa como es la metribuzina que nos ayudaba a la limpieza de nuestros alfalfares, por eso cobra mayor importancia mantenerlas libres de malas hierbas desde el año de su implantación.

Debemos realizar tratamientos herbicidas desde el año de la siembra, para ir nosotros por delante de la mala hierba.
Consulta con los técnicos de Agropal cuál es el tratamiento a realizar y cuál es el momento idóneo para realizarlo.




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